Por: Marco Muñoz
Psicólogo CAP
Porqué en las mismas circunstancias unas personas son corruptas
y otras no?
Se dice que toda persona tiene su precio pero porqué hay
personas que no tienen precio y hay otras cuyo precio es muy bajo?
El comportamiento corrupto
Psicología del corrupto
Entender el comportamiento corrupto es muy difícil, pues es el
resultado de la interacción de muchos factores. Se habla de la educación, los
valores, la oportunidad, la necesidad y otros más, pero al revisar las
distintas investigaciones es claro que el acto corrupto se produce determinado
principalmente por la interacción entre cultura y personalidad.
La corrupción se presenta cuando hay aprovechamiento de su
función, por parte de un empleado público o privado, para obtener un beneficio.
Es decir, cuando usa su poder para obtener una ventaja ilegítima. KPMG en una
investigación en E.U encontró que solo el 10% de los fraudes fueron cometidos
por altos directivos, sin embargo ellos ocasionaron el 48% de las pérdidas
En las organizaciones el corrupto causará más daño entre más
poder tenga. Se le reconoce como una persona muy segura de sí y del poder
que ostenta, frecuentemente hace uso privado de los recursos de la
empresa, hace invitaciones fastuosas y tiene un estilo de vida de alto perfil.
El examen psicológico lo muestra como una persona manipuladora
que sonríe o amenaza pero que siempre logra sus objetivos. Usa la mentira con
habilidad y posee una muy bien construida máscara social que le permite ocultar
sutilmente sus verdaderos pensamientos, sentimientos e intensiones. Pocas veces
reconoce sus errores y al ser confrontado niega hábilmente la evidencia.
Muestra un gran apego a las normas pero está dispuesto a transgredirlas
“justificadamente” según su conveniencia.
El corrupto de alto nivel es una persona muy racional y cuando
actúa, lo hace de una manera elaborada y medida,
especialmente si percibe que el riesgo de ser descubierto es bajo, las
sanciones leves y las recompensas elevadas.
Estructura, cultura y corrupción
No siempre una persona potencialmente corrupta se comporta
corruptamente, ello ocurre cuando la cultura y la estructura de la organización
lo permiten.
Al analizar el organigrama, es posible identificar cargos, en
donde el funcionario por iniciativa propia o por incentivo de agentes
corruptores puede utilizar impunemente sus funciones para beneficio personal.
Esto es muy frecuente en cargos que impliquen compras, contratos o decisiones
sobre incorporación de personal.
Estos cargos se reconocen por que quien ostenta esta posición,
tiene un gran poder, toma decisiones solo y de manera discrecional, además, la
rendición de cuentas y los criterios de éxito se basan solo en
resultados, sin importar la forma en que se obtuvieron.
Se considera ingenuamente que por que una persona ha desempeñado
con probidad un cargo durante muchos años lo seguirá haciendo así. En el citado
estudio KPMG encontró que los defraudadores que causaron más daño
pertenecían a la alta dirección, tenían entre 40 y 55 años y una antigüedad
entre 10 y 15 años en la empresa.
Aparte de la estructura es posible reconocer en las
organizaciones elementos de la cultura que favorecen la corrupción:
En ellas es tolerado y aún aceptado el uso de medios no éticos
para obtener resultados.
Frecuentemente un gerente comercial o financiero es valorado
solamente por sus resultados,
Mentirle a los clientes o proveedores para obtener beneficios es
asunto de todos los días.
Pequeños actos de corrupción como el uso de vehículos o material
de oficina de la compañía o el atender asuntos personales durante buena parte
de la jornada laboral son parte de la costumbre y nadie los descalifica.
Recibir costosas invitaciones o regalos por parte de proveedores
y contratistas es considerado como parte de las relaciones comerciales y de los
privilegios “naturales” de las personas que ostentan cargos decisorios.
No existen canales anónimos para denunciar la corrupción y si
alguien se atreve a hacerlo es motivo de compasión, pues es de todos conocidos
que nunca un corrupto ha sido descubierto y mucho menos judicializado.
Se toleran mentiras “blancas” para mostrar resultados y obtener
beneficios.
Se acepta la impunidad y el favoritismo pues de todos es sabido
que el que manda manda, aunque mande mal.
La corrupción leve que moviliza pequeños recursos económicos o
influencias tiende a ser aceptada
Conclusión
Controlar la corrupción implica entender que el
comportamiento corrupto se produce cuando la personalidad interactúa con
la cultura, no todos son corruptos pero unas personas son más
susceptibles a la corrupción que otras. Pero en una cultura que favorece la
corrupción muchos más caerán en la tentación, casi sin darse cuenta.
El asunto es tan complejo que requiere una decidida voluntad
política de la alta dirección para contratar gente honesta y para alinear la
estructura, los cargos y la cultura con la estrategia anticorrupción. Así
tendremos organizaciones más honestas, menos vulnerables, más productivas
y más comprometidas con sus principios y valores.