viernes, 7 de julio de 2017

CORRUPCIÓN, CULTURA Y PERSONALIDAD

Por: Marco Muñoz
Psicólogo CAP

Porqué en las mismas circunstancias unas personas son corruptas y otras no?
Se dice que toda persona tiene su precio pero porqué hay personas que no tienen precio y hay otras cuyo precio es muy bajo?

El comportamiento corrupto
Psicología del corrupto

Entender el comportamiento corrupto es muy difícil, pues es el resultado de la interacción de muchos factores. Se habla de la educación, los valores, la oportunidad, la necesidad y otros más, pero al revisar las distintas investigaciones es claro que el acto corrupto se produce determinado principalmente por la interacción entre cultura y personalidad.

La corrupción se presenta cuando hay aprovechamiento de su función, por parte de un empleado público o privado, para obtener un beneficio. Es decir, cuando usa su poder para obtener una ventaja ilegítima. KPMG en una investigación en E.U encontró que solo el 10% de los fraudes fueron cometidos por altos directivos, sin embargo ellos ocasionaron el 48% de las pérdidas

En las organizaciones el corrupto causará más daño entre más poder tenga. Se le reconoce como una persona  muy segura de sí y del poder que ostenta, frecuentemente   hace uso privado de los recursos de la empresa, hace invitaciones fastuosas y tiene un estilo de vida de alto perfil.

El examen psicológico lo muestra como una persona manipuladora que sonríe o amenaza pero que siempre logra sus objetivos. Usa la mentira con habilidad y posee una muy bien construida máscara social que le permite ocultar sutilmente sus verdaderos pensamientos, sentimientos e intensiones. Pocas veces reconoce sus errores y al ser confrontado niega hábilmente la evidencia. Muestra un gran apego a las normas pero está dispuesto a transgredirlas “justificadamente” según su conveniencia.

El corrupto de alto nivel es una persona muy racional y cuando actúa,  lo hace  de una manera  elaborada y medida,  especialmente si percibe que el riesgo de ser descubierto es bajo, las sanciones leves y las recompensas elevadas.

Estructura, cultura y corrupción

No siempre una persona potencialmente corrupta se comporta corruptamente, ello ocurre cuando la cultura y la estructura de la organización lo permiten.

Al analizar el organigrama, es posible identificar cargos, en donde el funcionario por iniciativa propia o por incentivo de agentes corruptores puede utilizar impunemente sus funciones para beneficio personal. Esto es muy frecuente en cargos que impliquen compras, contratos o decisiones sobre incorporación de personal.

Estos cargos se reconocen por que quien ostenta esta posición, tiene un gran poder, toma decisiones solo y de manera discrecional, además, la rendición de cuentas y los criterios de éxito se  basan solo en resultados, sin importar la forma en que se obtuvieron.

Se considera ingenuamente que por que una persona ha desempeñado con probidad un cargo durante muchos años lo seguirá haciendo así. En el citado estudio KPMG encontró que los defraudadores que causaron  más daño pertenecían a la alta dirección, tenían entre 40 y 55 años y una antigüedad entre 10 y 15 años en la empresa.

Aparte de la estructura es posible reconocer en las organizaciones elementos de la cultura que favorecen la corrupción:

En ellas es tolerado y aún aceptado el uso de medios no éticos para obtener resultados.

Frecuentemente un gerente comercial o financiero es valorado solamente por sus resultados,

Mentirle a los clientes o proveedores para obtener beneficios es asunto de todos los días.

Pequeños actos de corrupción como el uso de vehículos o material de oficina de la compañía o el atender asuntos personales durante buena parte de la jornada laboral son parte de la costumbre y nadie los descalifica.

Recibir costosas invitaciones o regalos por parte de proveedores y contratistas es considerado como parte de las relaciones comerciales y de los privilegios “naturales”  de las personas que ostentan cargos decisorios.

No existen canales anónimos para denunciar la corrupción y si alguien se atreve a hacerlo es motivo de compasión, pues es de todos conocidos que nunca un corrupto ha sido descubierto y mucho menos judicializado.

Se toleran mentiras “blancas” para mostrar resultados y obtener beneficios.

Se acepta la impunidad y el favoritismo pues de todos es sabido que el que manda manda, aunque mande mal.

La corrupción leve que moviliza pequeños recursos económicos o influencias tiende a ser aceptada

Conclusión

Controlar la corrupción implica entender que el comportamiento  corrupto se produce cuando la personalidad interactúa con la cultura, no todos son corruptos pero unas  personas son más susceptibles a la corrupción que otras. Pero en una cultura que favorece la corrupción muchos más caerán en la tentación, casi sin darse cuenta.


El asunto es tan complejo que requiere una decidida voluntad política de la alta dirección para contratar gente honesta y para alinear la estructura, los cargos y la cultura con la estrategia anticorrupción. Así tendremos organizaciones más honestas, menos vulnerables, más  productivas y más comprometidas con sus principios y valores.