lunes, 13 de julio de 2009

La crisis y la cacería

Por: Marco Muñoz

Ponencia presentada en las XXIX Jornadas de confrontación en seguridad, Bogotá, Colombia,


En 1967 un estudiante de antropología de la Universidad de Carolina del Sur llamado Carlos Castaneda entra en contacto en el desierto de Sonora con un indio Yaqui de nombre Don Juan con el fin de recoger las tradiciones indígenas en torno a las plantas alucinógenas. Sin proponérselo, en su relación con el nativo, se vio inmerso en una serie de experiencias que lo colocaron en contacto con la sabiduría de los hombres de conocimiento del antiguo México.
En la presente ponencia abordaremos el tema de la crisis desde esta inusual perspectiva que nos ofrece una mirada profundamente ética y eminentemente práctica para entender y enfrentar el desafío de vivir.

Ante la crisis podemos responder exteriormente es decir podemos adoptar posiciones y estrategias para abordarla, pero también podemos tener caminos internos en donde el acento no está en lo que hagamos con las situaciones para enfrentarlas sino en lo que hacemos con nosotros mismos para enfrentarlas y la vida misma puede ser considerada un desafío.

Según Carlos Castaneda y su mítico maestro Don Juan, podemos entender la vida como un reto y decidir asumirla como guerreros, en este contexto la crisis es solo una situación más de desafío.
Según la tradición antigua, un guerrero está enfocado en la transformación de sí mismo y las circunstancias buenas o malas serán solamente ocasión para forjar y ejercitar su temple.

Carlos Castaneda Antropólogo y hombre de sabiduría recoge esta tradición y nos brinda sugestivas claves para afrontar los desafíos que nos presentan las crisis. En este sentido hemos extractado algunas de sus enseñanzas en torno al arte de la cacería, en donde al final, la presa seremos nosotros mismos pues el cazador más refinado es aquel que es capaz de cazarse a sí mismo.

La "CAZA" y "SER CAZADOR"

Dice Don Juan, el maestro indio a su discípulo….

“He estado enseñándote todo acerca de la caza para que te conviertas en un cazador; pero también debes darte cuenta que todo cuanto haces es una rutina, eso porque piensas que todo el mundo es sencillo de entender; ahora, podrías disponerte a convertir la caza, en una rutina igual y esto estaría mal. Hablas a cierta hora, comes a cierta hora y te quedas dormido a cierta hora… Un buen cazador conoce sobre todo una cosa: conoce las rutinas de su presa. Eso es lo que lo hace un buen cazador. Si recuerdas el modo como te he ido enseñando a cazar, tal vez entiendas lo que te digo. Primero te enseñé a hacer e instalar trampas, luego te enseñé las rutinas de los animales que perseguías y luego probamos las trampas contra sus rutinas. Esas partes son las formas externas de la caza.

Ahora tengo que enseñarte la parte final y definitivamente la más difícil. Tal vez pasarán años antes de que puedas decir que la entiendes y que eres un cazador. Ser cazador es mucho más que simplemente atrapar animales; una cazador digno de serlo, no captura animales porque pone trampas ni porque conoce las rutinas de su presa sino porque él mismo no tiene rutinas. Esa es su ventaja. No es de ningún modo como los animales que persigue, fijos en rutinas pesadas y en caprichos previsibles; es libre, fluido e imprevisible. Para ser cazador debes romper con las rutinas de tu vida. Has progresado en la caza, has aprendido rápido y ahora puedes ver que eres como tu presa: fácil de predecir. Un buen cazador cambia de proceder tan a menudo como necesita, pero deja muy pocas cosas al azar.

Estoy hablando de caza, por lo tanto me interesan las cosas que los animales hacen: los sitios donde comen; el lugar, el modo y la hora en que duermen; dónde y cómo anidan. Estas son las rutinas que te estoy señalando para que tú puedas interesarte y notar las rutinas de tu propio ser. Como te dije, a mi parecer, tú te comportas como tu presa.

Alguna vez en mi vida alguien me señaló lo mismo, de modo que no eres el único. Un día descubrí que si quería ser un cazador, digno de respetarme a mí mismo, tenía que cambiar mi forma de vivir. Todos nos comportamos como la presa que perseguimos; eso, por supuesto, nos hace ser presa de algún otro. El propósito de un cazador que sabe todo esto, es dejar de ser él mismo una presa. Para ser cazador, hay que estar en perfecto equilibrio con todo lo demás de lo contrario seria una faena sin sentido. El miedo por ejemplo te convierte inmediatamente en una presa. Ser cazador significa que uno sabe todo esto. Significa que uno puede ver el mundo de "formas distintas" a los demás. Un buen cazador, no sólo debe de conocer los hábitos de su presa, también debe saber que en esta tierra hay poderes que guían a los hombres, a los animales y a todo lo que vive; poderes que guían nuestra vida y nuestra muerte. Por ello, ser cazador no es tan sólo hacer trampas y colocarlas; un cazador vive siempre como cazador para así poder obtener siempre lo máximo de su vida.

Un cazador es inaccesible pero ser inaccesible no significa esconderse o andarse con secretos; tampoco significa que no puedes tratar a la gente. Un cazador usa su mundo lo menos posible y con ternura, sin importar que el mundo sean cosas, plantas, animales, personas o poder. Un cazador tiene trato íntimo con su mundo y sin embargo, es inaccesible a ese mismo mundo. Lo toca suavemente; se queda cuanto necesita quedarse y luego se aleja raudo sin dejar huella alguna. En eso consiste el secreto de los grandes cazadores: en ponerse al alcance y fuera del alcance, justo en la vuelta del camino.

No se trata de esconderte cuando todo mundo sabe que estas escondido. Tus problemas de ahora surgen de ahí. Cuando estás escondido todo mundo lo sabe y cuando no, te pones en medio del camino para que cualquiera te golpee. Un guerrero nunca está disponible; nunca está parado en el camino esperando las pedradas. Así, corta al mínimo la posibilidad de lo imprevisto. En una época de mi vida yo, al igual que tu, me ponía en medio del camino una y otra vez, hasta que no quedaba nada de mi para ninguna cosa; excepto, si acaso, para llorar. Pero un buen día me cansé, y cambié de manera definitiva.

Estar en medio del camino significa que todo mundo mira tus ires y venires. Ser inaccesible significa tocar lo menos posible el mundo que te rodea. No usas ni exprimes a la gente hasta dejarla en nada y menos a la gente que amas. Ponerse fuera del alcance significa que evitas a propósito agotarte a ti mismo y a los otros. Significa que no estás hambriento ni desesperado como aquel que siente que no volverá a comer y devora toda la comida que puede. Un cazador sabe que atraerá a sus trampas una y otra vez, así que no se preocupa. Preocuparse es ponerse al alcance; y una vez que te preocupas te aferras a cualquier cosa por desesperación; y una vez que te aferras, forzosamente agotas a la persona o cosa a la que estás aferrado.”
Como señala Don Juan, en la vida y en las crisis somos cazadores o somos presas, no tenemos otra opción. Somos víctimas de las circunstancias sino las enfrentamos con ánimo y determinación.

Podemos elegir estrategias externas y dedicarnos a manipular, lo cual nos hace tristemente obvios y previsibles pues si los cazadores que nos rodean saben qué queremos (dinero, prestigio, poder, etc) utilizarán esto como carnada y sus trampas serán efectivas, nos manipularán con ello y seremos víctimas de las circunstancias.

En época de crisis nos invadirá el miedo de perder lo poco que hemos obtenido y a lo cual estamos aferrados, sobrevendrá un sentimiento de derrota y nuestra aspiración máxima será sobrevivir. Sin darnos cuenta habremos elegido convertirnos en presa.
Pero convertirnos en cazadores inaccesibles puede ser tarea de toda una vida. Implica elegirnos a nosotros mismos como presa, observarnos desapasionadamente, conocer nuestros gustos, nuestras reacciones, nuestros límites.

Así estaremos fuera del alcance no actuaremos como animales hambrientos que luchan y se agotan por su única comida. Al no aferrarnos, evitaremos agotarnos y agotar a los demás, no caeremos en la desesperación pues conoceremos nuestros apetitos y entenderemos que muchos de ellos no tienen sentido y que de ellos no depende nuestra vida.
Las relaciones serán transparentes pues no habrá segundas intenciones y quienes intenten manipularnos lo harán en el vacío. Si estamos con alguien será por lo que esa persona es, no por lo podamos obtener de ella.

Si elegimos el camino del cazador nuestras metas serán internas, solamente nosotros podremos alcanzarlas pues los demás serán parte solamente de las circunstancias, no nos aferraremos a nada ni a nadie pues habremos superado nuestra avidez.

En esta perspectiva, la crisis se convierte en desafío, las circunstancias y obstáculos son las circunstancias y obstáculos propios de una cacería. Entre mas difícil sea la situación, la cacería será más interesante.

El verdadero cazador ama las cacerías difíciles en donde está en un gran peligro. Sabe que depende de su temple y determinación, es plenamente consciente de que puede fracasar y morir en el intento y es entonces cuando es más feliz.

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